25 jul 2016

Artikutza, mon amour




Aquí estamos de nuevo, sumergidos en el mar verde de Artikutza, deambulando por esta especie de mini Amazonas doméstico.  Y… ¿por qué no habríamos de volver…?

   Sólo 26 km separan el negro asfalto de la ciudad de la verdinegra espesura; apenas un breve lapso de tiempo para transportarnos del geométrico mapa urbano a la intrincada orografía de este enclave natural; del estrépito y masificación ciudadanos al silencio y soledad del bosque.

   Se hace difícil imaginar como esta maraña de barrancos semisalvajes tapizados de bosques pudo albergar y soportar durante siglos la intensa explotación a la que mineros, ferrones, leñadores y carboneros la sometieron. Tan sólo las melancólicas ruinas comidas por la vegetación dan un esbozo de tanto esfuerzo derrochado en estos parajes.

   Sorprende e ilusiona comprobar la capacidad de la naturaleza para regenerarse cuando se la protege y, sobre todo, cuando se la deja en paz.
































Otros post sobre Artikutza:

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